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Soñó que estaba sentado frente a una mesa y encima páginas en blanco y una antigua pluma con el tallo de madera de roble y la plumilla plateada. La cogió y dibujó una flor. Al instante surgió frente a la ventana una rosa roja. Impresionado, cogió otra página y escribió el nombre de su amada: Sofía. Entre la bruma apareció la delicada figura de una joven. No podía dar crédito a lo que veía. Cogió las hojas donde había dibujado la rosa y el nombre de su amada y las rompió. Las imágenes fueron quebrándose como si las hubiera cortado una espada.
Después de pensar, decidió escribir como quería que fuera su vida, la vida que siempre soñó. Una vez hecho esto, la habitación desapareció y fue surgiendo un nuevo mundo. Temeroso de que pudiera romperse lo que había escrito y con ello su nueva realidad, decide guardarlo en una caja hermética y enterrarlo. El sueño se apoderó de él. Al despertar sitió un frío húmedo, olor a tierra y falta de aire. Murió asfixiado.